La 20° película de Marvel Studios ya se encuentra en cartelera.
El héroe más pequeño de Marvel regresa para su segunda aventura, y esta vez lo hace acompañado de Wasp, personaje al que ya podíamos anticipar recién se estrenó la primera parte por allá de 2015. Se trata de la última cinta de la Casa de las Ideas programada para este año, pues de aquí habrá que esperar hasta marzo del 2019 cuando Captain Marvel aterrice en el MCU.
A sólo dos meses de distancia de Infinity War, pudimos observar una aventura más pequeña en todos los sentidos, pero que no por eso no resulta interesante, debido a que promete ser una antesala del héroe para su futura incorporación al equipo más importante de la compañía.
Algo pequeño después de algo gigante.
Para dirigir la vigésima película del Universo Cinematográfico de Marvel retomó su papel como director Peyton Reed, quien ya había tomado la batuta de Edgar Whirght en la primera parte. En ese sentido no presenta grandes cambios en cuanto a elementos creativos se refiere, pues prácticamente utiliza la misma fórmula de su antecesora al mezclar una comedia desenfadada con acción y nuevamente un robo como hilo argumental.
En esta ocasión Scott Lang (Paul Rudd) se ve obligado a permanecer en arresto domiciliario como consecuencia de sus acciones tras los hechos de Captain America: Civil War, mientras que Hope Van Dyne (Evangeline Lilly) y Hank Pym (Michael Douglas) se ven obligados a huir por culpa de su relación con Scott mientras buscan la manera de traer a su madre y esposa Janet (Michelle Pfeiffer) del mundo cuántico.
Por otra parte, habrá quienes quieran hacerse de la tecnología Pym para cumplir con sus ambiciones, por lo que la cinta se convierte en un carnaval de persecuciones y huidas frenéticas a lo largo de sus más de dos horas de metraje.
Mantiene un ritmo bastante dinámico, muy similar a lo que ya habíamos observado, siguiendo la línea de la persecución como uno de sus principales fuertes. La absurdez y el desenfado con que se aborda la comedia y la acción resulta hilarante, siendo uno de los pocos casos en donde la comedia presentada por la compañía no resulta nunca forzada, pues la atmósfera con la que se construye esta saga individual lo permite, por lo que no resulta descabellado observar hormigas gigantes humanoides o autos de Hot Wheels en medio de la ciudad.
El personaje de Scott Lang no presenta muchos cambios realmente, sigue siendo el mismo padre a ratos cariñoso y a ratos infantil, cuya inteligencia palidece en comparación con Hank o Hope. Paul Rudd parece adueñarse del papel en la que ya es su tercera aparición como el héroe dentro del MCU.
Por otra parte a quien se le da un poco más de énfasis en esta secuela es a Hope, que finalmente asume su alter ego de Wasp (suplantado a su madre quien es Wasp en los cómics). Si el personaje de Lilly ya había mostrado cierta fortaleza y carácter, en esta secuela se consolida como la verdadera heroína de acción de esta sub saga, presentándonos a un personaje femenino interesante y audaz, sin la necesidad de envolverse en la bandera de algún movimiento progresista que tanto nos han bombardeado en las últimas adaptaciones.
Michael Douglas como el doctor Hank Pym es quien se lleva grandes momentos de la película, gracias a la enorme calidad y trayectoria del actor, cuyo papel si bien no es de un premio Óscar, le da una credibilidad y fuerza al personaje que realmente hace pensar que Marvel debió introducirlo desde mucho tiempo antes para competir en inteligencia con Tony Stark.
Y muchos esperaban la aparición de Luis, interpretado por Michael Peña, por lo que les decimos que hay más del personaje que en la primera cinta, continuando con ese carisma y su manera de contar historias que evoluciona para convertirse en un gag.
Nuevas incorporaciones.
El personaje de Ghost, interpretado en una versión femenina por Hannah John-Kamen es la nueva incorporación a la larga lista de villanos de Marvel en la pantalla grande, cuya función en el argumento es simplemente complicarle la vida a la dupla de héroes con ciertos fines personales, y pese a que justifican su manera de ser y tratan de darle cierta profundidad, difícilmente será un personaje memorable, por lo que Marvel da un retroceso en cuestión de antagonistas (de nuevo).
Considerarla un villano será cuestión subjetiva, pero se queda algunos peldaños por debajo de seres con intereses que se interponen con los de los héroes como Vulture o Thanos.
Otro anexo relevante es Laurence Fishburne como Bill Foster, un antiguo amigo y rival de Hank Pym, quienes muestran grandes diferencias debido a ciertos eventos del pasado. No se logra explotar esta relación y el personaje luce de momento desaprovechado si consideramos que papel juega en los cómics.
Conclusión
Ant-Man and The Wasp tiene casi todo a su favor para salir avante, pues ocurre en el marco de una fórmula ya probada y aún así logra hacerse un espacio especial dentro del Universo Marvel, generando cierta independencia con respecto a otros trabajos de la empresa. Cabe decir que padeció un poco el síndrome de Deadpool 2, cuyos principales crecimientos fueron en la galería de personajes y no en los nuevos elementos mostrados narrativamente hablando, pero al menos en la nueva aventura de Scott Lang los fans de la multifranquicia se darán cuenta de que vimos ciertos elementos que nos harán teorizar para la siguiente cinta vengadora, ya que como dijimos al principio, seguramente estén más conectadas de lo que pudiera parecer a simple vista.
El principal punto en contra del film es la inevitable cercanía con Avengers: Infinity War, la cual dejó el hype muy elevado, por lo que este pasaje resultará bastante menor en comparación con la lucha contra el Titán Loco. Ant-Man siempre cuenta con la misión de probar la fidelidad de los fans tras una secuela vengadora, como lo hiciera en 2015 tras estrenarse Age of Ultron, que para muchos fue decepcionante. En este sentido veremos si la inercia positiva con la que el estudio se ha mantenido este año contagia su ímpetu a los fans para darle una oportunidad a este par de pequeños, pero divertidos héroes.
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