La nueva aventura del Wizarding World de J.K. Rowling llegó con menos magia de la esperada.
En la historia del cine han habido sagas que han marcado épocas no sólo por su calidad, sino por el impacto que han tenido en la cultura popular que permiten que sigan vigentes después de muchos años de su origen, manteniendo una gran cantidad de fieles seguidores y consiguiendo otros en el camino.
Harry Potter, o rebautizada como Wizarding World de la escritora británica J.K Rowling, es una de esas franquicias que llegó para quedarse desde la salida del primer libro en 1997 y la primer cinta en 2001, cuyo éxito se refleja en las inmensas cantidades millonarias que cada largometraje consiguió, siendo hasta hace unos pocos años la franquicia más taquillera de todos los tiempos ( superada no hace mucho por el MCU).
Pero como toda gran marca cinematográfica, llámese Star Wars, El Señor de los Anillos, etc., el mundo mágico decidió expandirse más allá del argumento principal y mostrarnos otras facetas de su cosmos, situación de la que ya fuimos testigos hace dos años con Animales Fantásticos y donde encontrarlos. Ahora esta secuela intenta continuar con la magia y evitar ser víctima del desgaste como muchas otras, pero creemos que el principal problema de la película va más allá de esto.
Los Crímenes de Warner Bros.
Los avances que Warner Bros. nos mostró previo al estreno auguraban una cinta incluso mejor que la primera, cargada de magia, acción y momentos reveladores que harían las delicias de los fans más puritanos de la obra de Rowling, así como acercar al público en general a la saga desde otro punto de vista. Una vez más Warner trabajó de mejor manera sus avances que el resultado final mismo, como ya ha hecho en prácticamente todas las producciones de DC.
Eddie Redmayne repite en su papel como Newt Scamander, el famoso magizoólogo, cuyo protagonismo se siente bastante debilitado en comparación con su precuela, en función de introducir a una gran cantidad de nuevos personajes y darle más peso a otros que ya habían sido presentados anteriormente.
Regresan en sus roles Katherine Waterson como Tina, Alison Sudol como Queenie, Dan Fogler como Jacob (conservando el carisma del personaje) y Ezra Miller como Creedence, cuyo rol cobra mayor relevancia en esta secuela, siendo el desencadenante del conflicto principal.
Por supuesto que los reflectores se postraban ( o deberían) ante la presencia de Johnny Depp como Grindelwald y Jude Law personificando al mítico Albus Dumbledore, cuyas apariciones son de lo más sólido en la película y a su vez de lo más decepcionante, posiblemente reservando sus mejores escenas para las futuras secuelas que el estudio ya tiene contempladas.
Cabe mencionar el regreso de David Yates a la silla de director, quien ya suma su sexta película consecutiva al frente del universo Potter. El estudio le ha tenido bastante fe al director que en las dos últimas cintas que dirigió de la saga consiguió una cálida recepción crítica y de fans, pero ello no significa que el desgaste de su visión no haya aparecido ya.
Muchos conceptos, poca magia.
La primera parte había trabajado bien la construcción de su propia identidad y visión del mundo mágico, no envidiándole nada a la saga madre, incluso mostrándonos aspectos interesantes como los oscurious y las fantásticas criaturas mágicas que Scamander poseia dentro de su maletín. En ese sentido el título de Animales Fantásticos sale sobrando, pues los animales tienen poca participación y no aportan gran cosa al argumento.
Pero la principal debilidad de la cinta no fue la falta de trama, de hecho es lo opuesto, la excesiva cantidad de subtramas no permiten encontrar el foco en ningún momento, causando conflicto en el espectador quien no sabe hacia cuál subtrama dirigir su empatía o atención.
Pareciera como si el largometraje fuese diseñado como una guía enciclopédica de conceptos que únicamente los lectores más rigurosos de la obra original podrán entender, intentándose presentar como una historia compleja claramente disfrazando sus enormes problemas de guión. Y en ningún momento la historia es difícil de entender o sumamente compleja, pues más allá de las sutiles referencias a los libros ( algunas muy buenas cabe decirlo), se vuelve bastante densa debido a la falta de dinamismo entre una secuencia y otra, enfrascándose en un mar de explicaciones y flashbacks que satisfarán únicamente a los amantes del fanservice.
¿Y Grindelwald?
El complemento del título con el que esta cinta fue promocionada es ''Los Crímenes de Grindelwald'', haciendo alusión a la relevancia que dicho personaje tendrá en la trama, resultando ser la más grande decepción de la película, casi tan grande como la omisión de la batalla en la torre de astronomía de Harry Potter y el misterio del príncipe (dirigida por Yates de igual manera).
Johny Depp tiene apariciones anecdóticas como el malvado mago, pero su interpretación es bastante buena y convincente, protagonizando las dos mejores escenas del film, siendo la primera una emocionante persecución que sirvió de enganche casi al inicio y la otra hasta el acto final, cuando el personaje vuelve a tener relevancia luego de casi dos horas.
Si la película no tuviera Grindelwald como subtítulo, tal vez se entendería de mejor manera su escasas apariciones, de lo contrario resulta en una enorme tomadura de pelo.
Conclusión
Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald es la película que todos los fans de Harry Potter estuvieron esperando por años pero que no fue lo que merecían. Ni el fanservice, ni el interesante giro del final y ni la actuación de Johny Depp podrán evitar que esta película sea la más floja de todo el universo Harry Potter. Sólo servirá como capítulo de transición entre lo menos y lo más, ocupando el sitio de lo nada glorioso olvidable.
Quizá sea tiempo de que Warner Bros. se plantee la continuidad de David Yates al frente de la saga mágica, aquella que no ha soltado desde La Órden del Fénix, y de darle rienda suelta a J.K. Rowling como guionista, pues ella tiene todo nuestro respeto y admiración al haber creado un mundo entrañable con el que muchos crecimos, pero el lenguaje cinematográfico no puede ser escrito de la misma manera que un libro.
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